Povea y los huevos fritos … revueltos (IV)

El mismo día, 28 de enero de 1974, que se publica la carta del fiestero Francisco Acosta, en su columna semanal de contraportada el Sr. Souviron explica el motivo de la retrasada publicación y hace un resumen de lo acontecido hasta ahora. Con ésto y poco más, da por cumplida una semana más su tarea de rellenar su obligada columna.

Artículos extraídos de la Hemeroteca de la Asociación de la Prensa de Málaga, periódico la Hoja del Lunes.

13. Artículo 28 enero 1974 - Sebastián Souvirón explica la pédida de la carta de Francisco Acosta

LA COSTA, FIN DE SEMANA
Por Sebastián Souviron

LA PENULTIMA FAENA DE D. ADRIAN

     El amigo inglés Mar. Clarkson me dio cuenta hace dos semanas de la faena que le habían hecho unos folklóricos. Don Francisco Acosta se erigió romántica y quijotescamente en defensor de los verdialeros. Contesté a don Francisco Acosta y su carta debió publicarse en otro lugar de HOJA DEL LUNES. El director nos dio un original y una fotocopia. El primero a mi para contestarla, como lo hice. El segundo a nuestro administrador, ese gran caballero que es Antonio Ortega. Hasta ahí todo iba bien, hasta que intervino don Adrián. No es posible saber cómo pero nuestro fantasma le quitó al administrador la carta. Y la carta no salió. Entonces todo el tejemaneje polémico se quedó cojo, cojísimo. Don Francisco Acosta, enterado de que los folklóricos habían obrado tal como decía Mr. Clarkson, quiso pagar el desaguisado de los huevos fritos. Mr. Clarkson se negó a aceptar tal pago. La cocinera de Mr. Clarkson sostenía que su señor debería dejarse de pamplinas y aceptar el pago de los huevos folklóricos. El señor Acosta en un gesto romántico muy estimable, invitó al administrador, a Mr. Clarkson y a mí a que aceptáramos una invitación a los mejores huevos fritos de Europa en el Ventorrillo de la Perra. Entonces don Victoriano Frías, que había permanecido al margen de este asunto, envío un espía a comprobar que los huevos fritos del Ventorrillo eran mejores que los huevos a lo bestia del Museo de la Venta de Alfarnate, servidos al estilo de Elgar. Y así están las cosas. En otro lugar de la HOJA de hoy, si otra vez el fantasma no hace otra trastada, saldrá la carta del señor Acosta. A ver si con esto terminamos esta polémica extraña que está como los cinturones de seguridad, sin uso, y además, por los visto, no homologados.

Aunque Sebastián Souviron quiera poner fin a la serie de los huevos fritos, ni por un asomo nos acercamos a su fin. El día 11 de febrero en el mismo diario, Francisco de Martos Caballero, contesta a Mr. Clarkson. Sospecho que Francisco de Martos se pueda tratar, como el Sr. Acosta, de otro gran fiestero y guitarrero, apodado «El Marino». A ver si me lo confirman.

14. Artículo 11 febrero 1974 - Francisco de Martos Caballero replica a Mr Robert M. Clarkson

VERDIALES Y VERDIALEROS
Carta abierta a Mr. Robert M. Clarkson
 Mr. Robert M. Clarkson.
Distinguido señor:

Un semana he dejado transcurrir en profundas meditaciones antes de dirigirme a usted, a propósito de la polémica entablada en la HOJA DEL LUNES de Málaga, a partir del día 7 de enero pasado, con motivo del desaguisado de que fue objeto por parte de una panda de verdiales.

Me todo esta libertad por ser usted el damnificado, exponiéndome, qué duda cabe, a que manifieste no estar interesado por mi filiación, según ya hizo con la del señor Acosta.

No siento afición por la Fiesta de Verdiales, siento DEVOCIÓN, de ahí que, al saltar la chispa de la discordia, haya seguido paso a paso las incidencias del debate. Por otra parte, me honro con la amistad del señor Acosta, pese a ser mucho mayor que él, y créame, es una gran persona y hombre de gran rectitud, lo que le ha llevado a romper una primera lanza en defensa de lo que es nuestro.

Desapruebo lo que hicieron con usted, y aún más, desapruebo la primera publicación del señor Souviron (a quien, dicho sea entre paréntesis, conozco de toda la vida). Lo acaecido fue un abuso y una desvergüenza, caso de que los hechos se produjeran tal como los he leído. En cuanto a lo publicado, es a mi juicio aún más reprobable porque se ridiculiza nuestro carácter (él es el menos indicado para hacerlo), se tira por tierra nuestra fiesta y se califica a una colectividad numerosa con arreglo al concepto merecido tan sólo por una pequeña parte.

Su amigo, de pluma elocuente, satírica y, al parecer, ligera, asegura que, en cinco horas, una panda de verdiales (que a lo sumo consta de ocho o nueve miembros) consumieron varias arrobas de vino, ocho docenas de huevos y algún lomo. ¿No se habrá exagerado algo…? Para hacernos una idea global, supongamos diez bocas:

 Varias arrobas de vino son por lo menos tres, lo que hace un total de cuarenta y ocho litros. Ocho docenas de huevos es igual a noventa y seis unidades. La cantidad de lomo no se especifica por gracia de don Sebastián.

¡¡ Cuánto debieron trabajar aquellos hombres, en los ratos libres por supuesto, para engullir tanto!! No creo que este párrafo necesite comentarios. Si, en cambio, estoy seguro de que la susodicha «panda» habrá tenido que ser asistida por especialistas de hígado en justo castigo por sus maldades.

Salvo que yo lo haya pasado por alto, usted no se ha negado a aceptar el homenaje de los verdaderos aficionados a los verdiales, por lo que yo, uniéndome a mi amigo Paco Acosta, le ruego esa atención, e insisto en que, por el buen nombre de nuestra fiesta, acepte el desagravio.

Me permito, en cambio, reprocharle lo dicho en su carta sobre «no estar interesado lo más mínimo por la filiación del señor Acosta. Esto puede ser interpretado como desprecio hacia quien sólo ha intentado defenderse de una acusación en la que no está comprendido. ¿No lo cree usted así? Otra cosa hubiera sido la justa crítica citando nombres (al menos de la panda). En cuyo caso todos hubiéramos sabido a qué atenernos.

Como final y en testimonio del particular empeño que tenemos en reivindicar «nuestra fiesta» ante usted; caso de que no acepte nuestro ofrecimiento, me tomaré la libertad de invitarle a alguna de las que celebremos entre nosotros, ¿vale?; pero debo rogarle me informe de su dirección, o en su caso, dónde debo dirigirle la dicha invitación.

Deseando conocerle, salúdole afectuosamente
                                                 Francisco de Martos Caballero
                                                 San Bartolomé, 8 – 1º Málaga

Continuará …

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